martes, 10 de diciembre de 2013

¿has elegido tu rol o este te ha elegido a ti?

¿Te comportas como un super héroe o una víctima? ¿Eres esa persona que nunca molesta y se lo calla todo o, al contrario, exiges cada vez más? Lo cierto es que todos desempeñamos un rol, tanto en las relaciones de pareja como al interno de la familia o incluso en el grupo de amigos.

Cuando se forma un grupo, cada persona busca su lugar dentro de este, intenta desarrollar su identidad de grupo. Es un proceso que se desarrolla un poco por ensayo y error: emite un comportamiento y este es rechazado o aprobado por el grupo. En base a la respuesta grupal, la persona se va adaptando o decide que ese rol no es el adecuado y termina abandonando el grupo o lucha por crear un nuevo equilibrio.

De hecho, todos los grupos tienen una homeostasis, algunas son positivas y potencian el desarrollo de sus miembros y otras no, son restrictivas y los pueden sumir en una espiral de autodestrucción. Por eso es tan importante que determines si el rol que estás desempeñando en este momento en los grupos de los cuales formas parte es un papel que has elegido tú mismo y con el cual te sientes cómodo o, al contrario, es un rol que te ha conferido el grupo y que no te deja expresar lo mejor de ti.

Por ejemplo, hay familias que definen a ciertos miembros como “la oveja negra”, de esta persona no se espera nada positivo sino todo lo contrario. De esta manera, se crean mecanismos que le impulsan a comportarse de una forma determinada, recordemos que las expectativas sociales ejercen una fuerza muy poderosa y no siempre es fácil detectar su influjo y, mucho menos, deshacerse de él.


La importancia de la oveja negra


Lo interesante es que a veces las personas que desempeñan el papel de la oveja negra son fundamentales para mantener unido al grupo. Por ejemplo, si no existiese el niño que causa tantos problemas, los padres podrían pensar en divorciarse. En fin, cada grupo es como si fuese un organismo vivo que lucha por sobrevivir y se adapta lo mejor que puede a los cambios del medio. Por eso también genera roles negativos que, de cierta manera, vuelven a crear otro equilibrio y son útiles para mantener al grupo unido.
 
 
Obviamente, hay casos en los que vale la pena preguntarse si es recomendable romper el equilibrio. En el ejemplo anterior, que dos personas estén unidas sin amor y etiquetando a su hijo, solo sirve para generar frustración y rencor. Hay equilibrios dañinos que resultan destructivos para los miembros del grupo y es necesario cambiarlos a toda costa.

Este mecanismo también se aprecia en las relaciones de pareja o incluso en los grupos de amigos o en el contexto laboral. Por tanto, pregúntate si te sientes cómodo en los grupos a los que perteneces y si estos te permiten expresar al máximo tus potencialidades. Después de todo, recuerda que un grupo sano crece con el crecimiento de sus miembros.

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